En 2016 tomé el primer taller de escritura de mi vida con Josefa. Siempre quise hacer algo así y no me animaba, por pudor, miedo y otras cuantas excusas. Lo único que sabía es que quería adentrarme en mi propio ejercicio escritural, sin ser yo escritora; quería entender, aprender y sobre todo quería escribir. En el taller con Josefa aprendí que el amor por las palabras no bastaba, había que trabajar ese amor, cultivarlo pacientemente, escribir y editar muchas veces lo mismo hasta que las palabras, los personajes, van tomando vida propia, y la escritura empieza a nacer. El oficio de escritor es duro, pero sin duda lo más bello. Todo eso lo aprendí en ese taller, con Josefa.