La venganza de las termitas de Carmen Montellano

Con orgullo les cuento de este libro de Carmen Montellano, escrito enteramente en el taller de los jueves y les comparto el pequeño prólogo le escribí.

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Prólogo

Circulan por estas páginas animales domésticos y salvajes, insectos, peces y aves, hay incluso algún dragón, todos lo que comparten las virtudes y los vicios de lo humano; pero, no se confundan, este es un libro principalmente para adultos. Sus relatos, nacidos desde la observación de la realidad hasta la creación de historias originales motivada por la lectura de Patricia Highsmith, son a veces, ejemplificadoras fábulas morales que vienen a enseñarnos cómo actuar; pero otras parecen buscar únicamente estremecernos, recordarnos que (seamos realistas) la bondad y la inteligencia no siempre triunfan. Y, ¿cómo lo hacen? Poniéndonos delante un espejo en el que vemos reflejadas nuestra propia crueldad y estupidez. Porque si los animales, la naturaleza, pueden ser peligrosos, nosotros, los seres humanos, con nuestra cultura y nuestro lenguaje, somos los más feroces.

Pero no se piense que son cuentos veganos. Los animales aquí no son víctimas inocentes del cazador y el carnicero y, si en algún momento llegan a serlo, en las siguientes páginas sentiremos miedo por el destino de esos hombres. Las jerarquías, las relaciones, son inestables, y la rueda de la fortuna sigue girando hasta el mismísimo punto final.

Hay historias que nos hablan de cómo el poder puede llegar a corromper el corazón de quienes lo detentan, de cómo, cada día, en todas partes, se explota y se desecha a los más débiles, sin compasión. Y luego, cuando creíamos que todo estaba perdido, vemos cómo los subalternos, astutos, organizados, son capaces de vengarse y, a último momento, pegarle un zarpazo en la yugular a quien les tenía la pata encima. Leemos correr la sangre. Hay violencia y hay amor. Amor de ese que es necesario para la sobrevivencia, el de la ternura, la solidaridad, el compromiso y la colaboración, y también amor del loco, con su euforia irresponsable, su capacidad autodestructiva, solitario y ciego.

En suma, estos cuentos tratan de los grandes temas de la literatura universal, de las virtudes y los vicios humanos, de eso que somos desde el que el mundo es mundo. Son narraciones  situadas en el tiempo mítico del Érase una vez, un tiempo circular, que se repite y no termina nunca de pasar. Sin embargo, el lugar en el que ocurren no es un reino lejano, es Chile. Un Chile diverso, santiaguino y provinciano, rico y pobre. El puritanismo, el clasismo, el autoritarismo de algunos personajes son característicamente chilenos, pero también lo son las resistencias a estas cosas, como la belleza y la comunidad, que también están presentes en el libro. El territorio, como está de moda hoy decir, no es puro una abstracción, es también la tierra que habitamos como mamíferos que somos, reconociéndonos en nuestras manadas, defendiendo a nuestras crías, a veces escondidos, asustados, en el fondo de la madriguera, a veces gozosos, felices, durmiendo de guata al sol.

Me ha tocado acompañar de cerca la escritura de este libro y lo siento un privilegio. Cada semana, Carmen Montellano abre su archivo, posa los ojos en el texto, inspira y con un vozarrón heredado de décadas en el aula, les da vida a sus historias, haciéndome sentir por un momento que soy niña nuevamente y no quiero dejar de escuchar. Quizás por eso me inclino a pensar que son cuentos para ser leídos en voz alta y, después de ello, tener una conversación. Son cuentos que invitan a compartir.

Expliqué ya que este es un libro para adultos, falta decir que muchos nos veremos tentados a compartir alguna de sus historias con nuestros hijos y nietos. Para entretenerlos, para educarlos, para desatar su imaginación; o con un poco de malicia, para inquietarlos, para removerles una capa de inocencia. No tendrán problemas para entender. El lenguaje es cristalino, elegante, poco pretencioso; sin ambigüedades llega directo al corazón.

Josefa Ruiz-Tagle

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