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Una manera posible de entender las prácticas narrativas es como una forma de psicoterapia que utiliza la conversación y la escritura para revisar críticamente las historias que nos contamos acerca de nuestras vidas, considerando elementos éticos y culturales, y al mismo tiempo enriquecer otras versiones posibles, más personales, más justas y más coherentes con nuestros deseos.
La forma en que narramos nuestra historia determina en buena medida nuestra identidad y nuestra capacidad de actuar en el mundo. Muchas veces, cuando enfrentamos situaciones difíciles o sentimos desesperanza, pensamos que el problema somos nosotr@s, que algo en nuestra esencia está fallado, nos castigamos por ello y relatamos nuestra historia a través de una selección de eventos e interpretaciones que reafirman estas convicciones.
La terapia narrativa entiende que la identidad no es algo inmutable, sino que cambia de acuerdo al contexto y en la medida que va cambiando la forma en que narramos nuestra historia. Considera que las personas convivimos con problemas, pero no somos el problema, por lo que eventualmente podemos separarnos de éste, administrarlo o, al menos, disminuir su influencia sobre nuestras vidas. Y afirma que muchas de las dificultades que enfrentamos se sostienen en relaciones de poder injustas y problemáticas sociales más amplias que podemos contribuir a cambiar.
Las prácticas narrativas invitan a revisar con ojos críticos las historias que nos desesperanzan y oprimen, y a identificar y enriquecer aquellas que nos fortalecen y por distintos motivos han permanecido en las sombras. Mi rol en este proceso es escuchar atentamente el relato de vida de la persona que consulta, preguntar con curiosidad genuina, y hacer comentarios selectivos sobre aspectos de este relato que abren la posibilidad de una historia alternativa, invisibilizada por los discursos dominantes de la familia, la comunidad y/o la cultura.
L@s invitaré, además, a escribir textos. Porque las prácticas narrativas que queremos cultivar aquí son también un LABORATORIO DE ESCRITURA. Utilizaremos la redacción de diarios, cartas, manifiestos, relatos de vida y/u otros textos que podrían servir para compartir nuestras historias favoritas; declarar intenciones; difundir nuestros valores; honrar a quienes nos inspiran y acompañan; apoyar con nuestros saberes y experiencias a otr@s que atraviesan dificultades semejantes; expresar la rabia, la tristeza, el entusiasmo, el orgullo; y celebrar nuestra nueva identidad. Esto es algo que tod@s podemos hacer, no es necesaria una relación especial con la escritura.
Estas prácticas resultan especialmente provechosas a personas viviendo con las consecuencias del trauma; con diagnósticos médicos y/o psiquiátricos, que resisten la normatividad (neurodiversas, disidentes sexuales, de género, funcionales…); involucradas en relaciones abusivas u otras situaciones difíciles.
Las ideas expresadas aquí se inspiran en la escuela de terapia narrativa de Adelaida, Australia; una escuela de trabajo con individuos y comunidades, despatoligizante, colaborativa y política, que renuncia a verdades disciplinarias y reconoce a las personas como expertas en sus propias vidas. Surgió en los años 80 del cruce entre la terapia familiar, el pensamiento posestructuralista, la antipsiquiatría, la antropología filosófica, la investigación feminista y el trabajo social.
Y muy especialmente en Carolina Letelier, Ítalo Latorre y mis compañeras en el diplomado de terapia narrativa de PRANAS Chile.
Aquí puedes acceder a mi pequeña biblioteca sobre terapia narrativa.
Si te interesa más información, escríbeme a josefaruiz@gmail.com
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