Tres mil cabezas de ganado en una tabla Excel
tambor de vísceras
pueblo de intestinos irritables
sangre derramada
escarlata, carmesí, sobre hule blanco
limpio al instante con pontifex duo
agua clorada y mirra
ungida por músculo centroamericano
adherido a los huesos de uno que llora
a un joven haitiano que mintió
para ser contratado
en la limpieza
que le dijo a la mujer en la entrevista
que en la mancha veía flores de castaño
en vez de polvo de huesos triturados
uno que sospecha la existencia de un archivo
en el que se esconde el organigrama verdadero
donde su nombre acompaña al del novillo.
Uno que espía
la cabeza del consorcio
reunida en una olla de cristal
oficina de confección danesa
ojos negros que miran de reojo
el centro del salón
donde una mujer alta y espigada
dibuja el lazo del despilfarro en la pizarra:
“No es barato reventar el hipotálamo
se filma, se filtra, se hace viral
la mueca del cordero.”
Los de traje oscuro juegan con sus ábacos
el de bata verde
y serpiente en el bíceps
un veterinario
crece
se proyecta
dos centímetros más alto
se le cae hacia un lado la sonrisa
“Ketamina para la comunidad vegana”, dice
el cuye narciso
La del moño tomate lo corrige:
“Zyclon B”
chiste federado
corazonada del timo
defensa corporativa al desalmado.
Haitiano ve y escucha cuando puede
el castellano se le escapa
no las pieles desolladas
no el olor del intestino de la bestia
no la imaginación larvada
los agujeros
cientos de miles de agujeros
unos al lado de los otros
como panales
como pieles infectadas
lo ve hasta que de tanto verlo
se le purpuran los jugos gástricos
se le suben por el buche
la membrana
y sus dientes y sus labios contienen los vapores
ahí tiene el cloro
ahí tiene la boca.
¿Dónde diablos los matan?
¿Quién los mata?
¿Cómo son los ojos del verdugo?
Las bombas caen desde el cielo
implosionan en notas ambientales
melodías de supermercado
celofán
precio por gramo.
¿Y si se corta?
¿Y si junta la sangre a la lágrima,
al jugo de entrañas purpurado?
Gargajo creolé sobre hule blanco.
Se unta con baba la palma de la mano
de espaldas al circuito de TV cerrado
la cámara lo capta
el lomo
músculo de arrastrar escobilla
sangre negra
el asiento de picana.
El escupo pasa inadvertido
lo carga de poder
supersticiona, talismana
para salpicarlo en los canales de la sangre
en la frente del que cuelga el trozo en la percha
en la mano que aprieta el botón, que abre la compuerta
y cae en su cazuela pobre de aluminio
pecera de lípidos dorados.
Se quita el gorro descartable
lo arroja al piso
como a un anillo de bodas
despechado
busca a la jefa
a la mujer
la del botón nuclear en la cartera
le quita ágil una horquilla del tomate
y se la inyecta letal en la tráquea
súbitamente triunfante.
A pesar de los esfuerzos de los otros
a las 11:08 de la mañana, muere
justo a tiempo para el diario vespertino
que titula:
Inmigrante enloquecido
Matarife
Mata a regia
CEO de la patria