Intertextualidad

Estamos leyendo Penélope y las criadas de Margaret Atwood, para lo cual contribuye entender al menos básicamente las nociones de intertextualidad.

Lo que sigue es la introducción al libro Intertextuality de Graham Allen (2000), traducida por mí con ayuda de Google. O, más bien, traducida por Google con mi ayuda (Google está haciendo un trabajo increíble, traduce los términos de acuerdo al contexto disciplinar, reconoce hasta los guiños irónicos y ya casi no me necesita). Al final del texto, hay un link al libro completo en inglés.

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La idea de que cuando leemos una obra literaria buscamos un significado que reside en el interior de ésta parece de sentido común. Los textos literarios poseen significado, los lectores extraen de ellos significado. Llamamos lectura o interpretación al proceso de extraer significado de las obras. A pesar de la aparente obviedad, estas ideas han sido radicalmente desafiadas por la teoría literaria y cultural contemporánea. Las obras literarias, al fin y al cabo, están construidas de sistemas, códigos y tradiciones establecidos en obras literarias previas. También son cruciales para el significado de una obra literaria los sistemas, códigos y tradiciones de otras formas de arte y cultura en general. Los teóricos modernos consideran que los textos, ya sean literarios o no, carecen de cualquier tipo de significado independiente, son lo que ahora llaman intertextuales. El acto de leer, afirman, nos sumerge en una red de relaciones textuales. Interpretar un texto, descubrir su significado, o significados, es rastrear esas relaciones. La lectura se convierte así en un proceso de desplazamiento entre textos. El significado se convierte en algo que existe entre un texto y todos los demás textos a los que se refiere y con los que se relaciona, pasando del texto independiente a una red de relaciones textuales. El texto se convierte en intertexto.

La intertextualidad es uno de los términos más utilizados (y mal utilizados) del vocabulario crítico contemporáneo.[…] Este libro no busca rectificar esta confusión proponiendo una definición definitiva, un proyecto así estaría condenado al fracaso. Lo que se requiere es que volvamos a la historia del término y recordemos cómo y por qué ha adquirido sus significados y aplicaciones actuales. […] El proyecto que se lleva a cabo en este libro puede, por tanto, describirse como una intervención teórica y como una introducción a un área crucial del debate teórico.

Se puede decir que la intertextualidad, como la propia teoría literaria y cultural moderna, tiene sus orígenes en la lingüística del siglo XX, particularmente en la obra fundamental del suizo Ferdinand de Saussure. El primer capítulo de este estudio, por tanto, explicará las formas en que la lingüística saussureana promueve las nociones de intertextualidad. Para los lectores que no estén familiarizados con el campo, comenzar con las teorías lingüísticas de Saussure tiene la ventaja adicional de establecer algunos de los principios básicos de la teoría literaria moderna. Como veremos, el énfasis de Saussure en las características sistemáticas del lenguaje establece la naturaleza relacional del significado y, por tanto, de los textos.

Sin embargo, la intertextualidad también surge de teorías que están más preocupadas con la existencia del lenguaje dentro de situaciones sociales específicas de lo que parece estar Saussure. El trabajo del teórico literario ruso M. Bajtin es crucial aquí, por lo que también exploraremos las influyentes teorías de la literatura y el lenguaje de Bajtin. […] A fines de la década de 1960, el intento de Julia Kristeva de combinar las teorías saussureana y bajtiniana del lenguaje y la literatura produjo la primera articulación de la teoría intertextual, y un examen de su trabajo en esta área forma parte necesaria en nuestro estudio de los orígenes del término.

El trabajo de Kristeva sobre Bajtin ocurrió durante un período de transición en la teoría literaria y cultural moderna. Esta transición suele describirse en términos de un paso desde estructuralismo al postestructuralismo. Lo que este movimiento implica y el análisis del trabajo de Kristeva serán revisados en el primer capítulo. Esta transición se describe a menudo como una en la que las afirmaciones de objetividad, rigor científico, estabilidad metodológica y otros términos que suenan altamente racionalistas son reemplazados por un énfasis en la incertidumbre, la indeterminación, la incomunicabilidad, la subjetividad, el deseo, el placer y el juego. Si los críticos literarios estructuralistas creen que la lingüística saussureana puede ayudar a que la crítica se vuelva objetiva, incluso científica en su naturaleza, los críticos postestructuralistas de la década de 60 y posteriores han argumentado que la crítica, como la literatura misma, es inherentemente inestable, producto de deseos e impulsos subjetivos. El término intertextualidad fue empleado inicialmente por los teóricos y críticos postestructuralistas en su intento de romper las nociones de significado estable e interpretación objetiva. El segundo capítulo de este estudio pasará de Kristeva a uno de los exponentes más famosos de la teoría postestructuralista, el teórico francés Roland Barthes.

Como demostrará el segundo capítulo, Barthes emplea la teoría intertextual para desafiar supuestos arraigados sobre el papel del autor en la producción de significado y la naturaleza misma del significado literario. Para Barthes, el lector nunca puede estabilizar completamente el significado literario, ya que la naturaleza intertextual de la obra literaria siempre conduce a los lectores a nuevas relaciones textuales. Los autores, por tanto, no son responsables de los múltiples significados que los lectores pueden descubrir en los textos. Barthes ve esta situación como una liberación para los lectores, una liberación del poder y la autoridad tradicionales de la figura del “autor”, que ahora está “muerto”. Al final del segundo capítulo, los lectores que no estén familiarizados con la teoría literaria moderna deberían tener una comprensión mucho más firme del papel que juega la intertextualidad en el postestructuralismo y, de hecho, una comprensión mucho más firme de lo que caracteriza al postestructuralismo en sí.

El desarrollo de Barthes del concepto de intertextualidad (su celebración de la pluralidad y la liberación de los lectores) es característicamente postestructuralista. Sin embargo, dentro de las teorías de la intertextualidad ha habido otra vertiente que ha adoptado un enfoque muy distinto de la relación entre los lectores y los textos que leen. Agrupando a estas teorías bajo el título amplio de “enfoques estructuralistas”, el tercer capítulo explora cómo se puede usar la intertextualidad para defender posiciones críticas diametralmente opuestas a las de Kristeva y Barthes. A pesar de las diferencias entre ellos, los críticos literarios franceses Gérard Genette y Michael Riffaterre emplean la teoría intertextual para defender la certeza crítica, o al menos la posibilidad de decir cosas definidas, estables e incontrovertibles sobre los textos literarios.

Que los críticos postestructuralistas empleen el término intertexualidad para romper las nociones de significado, mientras que los críticos estructuralistas emplean el mismo término para localizar e incluso fijar el significado literario, es prueba suficiente de su flexibilidad. Sin embargo, el cuarto capítulo demostrará que las diferentes formas en que se ha utilizado la intertextualidad a menudo se derivan de agendas y perspectivas sociales e ideológicas específicas. El interés de Harold Bloom por las motivaciones detrás de la producción poética lo dirige hacia la teoría intertextual, pero hacia una versión de la misma que parece alejada de la celebración de Barthes de la “muerte del autor”.

Como descubriremos, otros teóricos y críticos, trabajando desde posiciones feministas y poscoloniales, también han intentado desarrollar una teoría de la intertextualidad sin abrazar necesariamente la celebración de la pluralidad ni la ‘muerte del autor’. Preocupados por las comunidades y los individuos marginados y oprimidos, para los críticos feministas y poscoloniales, la “muerte del autor”, y la celebración de la incertidumbre interpretativa, no son tan obviamente liberadoras como parecen ser para Barthes.

A medida que avanzamos por las diversas posiciones críticas que ha inspirado la intertextualidad, observaremos que no es un término relacionado exclusivamente con obras literarias, ni siquiera solo con la comunicación escrita. El capítulo quinto explorará las formas en que la intertextualidad ha sido adaptada por los críticos de artes no literarias, como pintura, música y arquitectura. Al llegar a este capítulo, los lectores se darán cuenta de la manera en que los relatos de intertextualidad reflejan visiones acerca de la sociedad y las relaciones humanas. Un concepto como este puede emplearse para hacer comentarios o incluso capturar las características de un sector de la sociedad o de un período de la historia.

Muchos teóricos describen nuestro período histórico actual a partir del concepto de posmodernismo. Como término cultural e histórico, a menudo se le asocia con las nociones de pastiche e imitación, con la mezcla de estilos y prácticas ya establecidos. Cualquiera que esté al tanto de las tendencias culturales contemporáneas estará familiarizado con las discusiones sobre la derivación en la música moderna, o la manera en que la industria cinematográfica depende de textos literarios clásicos como los de Shakespeare o Jane Austen. La pintura contemporánea parece depender constantemente de imágenes reconocibles de pinturas clásicas pasadas; igual como la literatura contemporánea parece preocupada por hacer eco y jugar con historias anteriores, textos clásicos y géneros arraigados como la novela romántica o policial. La intertextualidad, como demostrará la discusión de la teoría posmoderna en el capítulo quinto, es un concepto importante dentro de las discusiones sobre la cultura contemporánea.

La intertextualidad parece un término muy útil porque presenta las nociones de relacionalidad, interconexión e interdependencia en la vida cultural moderna. En la época posmoderna, los teóricos a menudo afirman que ya no es posible hablar de originalidad o la unicidad del objeto artístico, ya sea una pintura o una novela, ya que todo objeto artístico está tan claramente ensamblado a partir de fragmentos y piezas de arte ya existente. La intertextualidad, como término, se encuentra en el centro de tales concepciones contemporáneas del arte y la producción cultural en general.

Como nos recuerda Barthes, la misma palabra “texto” es, si recordamos su significado original, “un tejido, una tela tejida”. La idea de texto, y por tanto de intertextualidad, depende, como sostiene Barthes, de la figura de la red, de la prenda (texto) tejida a partir de los hilos de lo ‘ya escrito’ y lo ‘ya leído’. Cada texto tiene su significado, por tanto, en relación con otros textos. Como veremos a lo largo de este estudio, esta relacionalidad puede figurar de varias formas: puede implicar la pluralidad radical del signo, la relación entre un texto y el sistema literario, o la relación transformadora entre un texto y otro texto. Sea como fuere, el término intertextualidad promueve una nueva visión del significado y, por tanto, de la autoría y la lectura: una visión resistente a las arraigadas nociones de originalidad, singularidad y autonomía. […]

Este estudio, entonces, sigue la intertextualidad a través de sus principales contextos teóricos, desde sus orígenes en la relación que hace Kristeva de Saussure y Bajtin, a través de su articulación postestructuralista en la obra de Barthes, su articulación estructuralista en Genette y Riffaterre, hasta adaptaciones feministas y poscoloniales del término, y finalmente a su aplicación dentro de las artes no literarias, la época cultural actual y las modernas tecnologías informáticas. El estudio presenta una historia coherente del término y demuestra los vínculos entre los diversos enfoques, así como las diferencias entre ellos. […]

A los lectores que no estén familiarizados con cuestiones teóricas complejas les resultará más útil omitir las teorías más densamente argumentadas, principalmente, de Kristeva y Riffaterre – y concentrarse en los aspectos más accesibles del tema, volviendo más tarde a las secciones menos accesibles. Los lectores con una preocupación particular por alguno de los campos teóricos discutidos pueden encontrar que la mejor estrategia de lectura es leer las secciones sobre Saussure y Bajtin, para luego pasar directamente a su área específica de interés. La lectura intertextual nos anima a resistir la lectura pasiva de textos de principio a fin. Nunca existe una forma única o correcta de leer un texto ya que cada lector trae consigo expectativas, intereses, puntos de vista y experiencias de lectura previas diferentes. Se anima a cada lector de este estudio a leerlo en el orden que mejor se adapte a su propósito. […]

Este estudio está escrito desde la convicción de que la intertextualidad es y seguirá siendo un elemento crucial en el intento de comprender la literatura y la cultura en general. Sin un conocimiento práctico de la teoría y la práctica intertextuales, es probable que los lectores retengan las nociones tradicionales de escritura y lectura, nociones que han sido radicalmente desafiadas desde la década del 60. El término intertextualidad, sin embargo, surge de la compleja historia de la teoría literaria moderna. Su mismo significado contiene esta historia, y no se puede captar a menos que tengamos algún conocimiento de esa historia. Para comenzar nuestro estudio del término, por lo tanto, debemos volver a sus orígenes, las teorías lingüísticas de Saussure y Bajtin.

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