Toni Morrison:
La literatura es un refugio. Un lugar donde todo puede ocurrir, donde se puede reaccionar con violencia o sublimidad, donde es bueno sentir melancolía o temor, o incluso fracasar, o equivocarse, o amar a alguien, o desear a alguien profundamente y no llamarlo por otro nombre y no sentir vergüenza por ello. La literatura es un lugar para sentir intensamente.
Clarice Lispector:
A veces tengo la impresión de que escribo por simple curiosidad intensa. Es que, al escribir, me doy las sorpresas más inesperadas. Es en el momento de escribir cuando muchas veces soy consciente de cosas, de las cuales, siendo inconsciente, antes yo no sabía que sabía. Mis intuiciones se vuelven más claras al esforzarme en trasponerlas en palabras. En este sentido, pues, escribir me resulta una necesidad. Por un lado, porque escribir es una manera de no mentir al sentimiento. Por el otro, escribo por incapacidad de entender a no ser a través del proceso de escribir.
Thomas Bernhard:
Uno quiere hacer algo bueno. Le gusta hacer lo que hace, como un pianista. También un pianista empieza a tocar probando con tres notas, luego domina veinte y luego todas, y se va perfeccionando mientras vive. Y esa es su gran diversión, y para eso vive. Y yo hago con palabras lo que otros hacen con notas. Nada más. En el fondo, otra cosa no me interesa lo más mínimo. Ese es el atractivo de todo arte. El arte consiste en tocar cada vez mejor el instrumento que se ha elegido.
Juan Marsé:
Escribo buscando siempre algo que, cada vez más, sospecho no se trata de un placer estético, es decir, ando buscando la conciencia de que hay algo en alguna parte que es, o podría ser, más coherente, más hermoso y hasta más real que ese conglomerado de ficciones y convenciones humanas que llamamos “realidad” y que componen la sociedad en que vivimos.
James Joyce:
Si lo revelara todo inmediatamente perdería mi inmortalidad. He metido tantos enigmas y rompecabezas en El Ulises que tendré atareados a los profesores durante siglos discutiendo sobre lo que quise decir, y ése es el único modo de asegurarme la inmortalidad.
Mario Vargas Llosa:
Hay hombres que se apartan de sus semejantes, se encierran, y pasan días, semanas, meses, angustiándose, desesperándose, por crear ilusoriamente, a través de las palabras, nuevos dramas, nuevas angustias, nuevas alegrías, nuevas aventuras. ¿Por qué pretenden esos hombres crear realidades imaginarias? Se diría que no están satisfechos con la realidad que viven, que no se sienten colmados por esa realidad.
Luis Landero:
Nos produce placer narrar, recrear con las palabras lo que hemos vivido. De ese modo vivimos dos veces: cuando vivimos y cuando contamos. A menudo pasa que, en la realidad, hemos representado papeles secundarios en un suceso; al contrario, sin embargo, nos reservamos el papel de protagonistas al narrar (aunque sólo sea porque lo contamos desde nuestra perspectiva). La realidad nos pone en nuestro sitio; luego, nosotros por medio de la narración, ponemos a la realidad en el suyo. El mendigo deviene príncipe, la realidad se rinde ante al deseo, la vida se confunde ante un instante con el sueño.
Adolfo Bioy Casares:
Lo que me mueve a escribir y lo que me movió a escribir en un lejano día de mil novecientos veintitantos, es el placer de las historias. Es algo que va más allá de la técnica. Es algo que tenemos en común con los muchachos que entraban en los cafés de El Cairo y contaban las historias que hoy conocemos como Las Mil y una noches.
Carson McCullers:
Ha de ser que uno escribe por una necesidad inconsciente de comunicarse, de expresarse a sí mismo.
George Simenon:
Todos los escritores tratan de encontrarse a sí mismos a través de sus personajes, de su escritura.
José Luis Sampedro:
En la vida actual, y en todas las vidas, la literatura da siempre un enriquecimiento al escritor puesto que escribiendo uno se revela a sí mismo a fuerza de buscar una manera de decir las cosas o de buscar algo que decir. Eso se encuentra dentro, no hay otro sitio, bien entendido que lo hay dentro procede en gran parte de fuera, que es el producto de uno mirando hacia fuera, es decir, proyectándose a sí mismo. La literatura enriquece porque abre ventanas. Mostrar las cosas de otra manera es siempre un enriquecimiento.
Jorge Luis Borges:
He conocido muchos poetas que han escrito bien, muy buen material, con un modo delicado y lo demás, pero si hablas con ellos lo único que te dirán son cuentos sucios, o hablarán de política como cualquier otro, por lo que su literatura se convierte en una especie de manifestación marginal. Han aprendido a escribir de la misma manera en que alguien aprende a jugar ajedrez o bridge. No eran verdaderos poetas o escritores. Se trataba de un truco que habían aprendido y lo habían aprendido y lo habían aprendido sumamente bien. La idea de que la literatura es sólo un juego de palabras es radicalmente falsa. Lo fundamental es la carga de pasión del pensamiento que se transmite a través del lenguaje y, diría, a veces, a pesar del lenguaje.
Paul Auster:
A menudo me pregunto por qué escribo. No es sólo para crear obras hermosas o relatos entretenidos. Es una actividad que parezco necesitar para sobrevivir. Me siento muy mal cuando no lo hago. No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor cuando no lo hago. Escribir, en cierto sentido, es una actividad que me ayuda a aliviar la tensión de esos secretos sepultados. Recuerdos ocultos, traumas, cicatrices infantiles… es evidente que las novelas surgen de una parte inaccesible de nosotros mismos.
John Dos Pasos:
Al escribir te aligeras mucho el pecho, echas fuera emociones, impresiones, opiniones. La curiosidad te empuja a continuar, es la fuerza conductora. Hay liberarse de lo que se ha reunido; es algo que hay decir acerca de la literatura. Hay mucho alivio en un libro grueso.
Virginia Woolf:
Me parece posible que yo sea la única persona en esta sala que haya cometido la locura de escribir una novela. ¿Qué demonios me habló al oído y me impulsó a seguir el camino de mi perdición? Una menuda figura se apareció ante mis ojos, la figura de un hombre o de una mujer, y me dijo: “Me llamo Smith, atrápame si puedes.” A la mayoría de los novelistas les pasa lo mismo. Se les aparece ante ellos algún Smith o Brown o Jones y con el acento más seductor y amable les dice: “Anda, atrápame si puedes”. Y así, persiguiendo a este fuego fatuo, avanzan volumen tras volumen, empleando en ello los mejores años de sus vidas y recibiendo, casi siempre, muy poco dinero a cambio. Pocos son los que atrapan al fantasma.
Fernando Pessoa:
Para mí, escribir es despreciarme; pero no puedo dejar de escribir. Escribir es como una droga que me repugna y tomo, el vicio que desprecio y en el que vivo. Hay venenos necesarios y los hay sutilísimos, compuestos de ingredientes del alma, hierbas cogidas en los rincones de las ruinas de los sueños, amapolas negras encontradas al pie de las sepulturas, hojas largas de árboles obscenos que agitan las ramas en los ríos infernales del alma. Escribir, sí, es perderse, pero todos se pierden porque todo es pérdida. Pero yo me pierdo sin alegría, no como el río en la desembocadura para la que nació desconocido, sino como el lago formado en la playa por la marea alta cuya agua nunca regresa al mar. Moverse es vivir. Decirse es sobrevivir.
Gustave Flaubert:
La única forma de soportar la existencia es aturdirse en la literatura como en una orgía perpetua.
Juan Carlos Onetti:
Para mí escribir es como un vicio, una manía. Me hace feliz escribir; me siento desdichado cuando no.
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(un poco canónica la selección, lo sé, blanca, masculina, cis y heterosexual.
agregue lo suyo y así la enriquecemos)