Estos diez ejemplos recogen sus usos más frecuentes:
—He descubierto que pierdo mucho tiempo haciendo scroll y estoy empezando a leer.
—Oh, gracias. Muchas gracias por sus palabras dulces—murmuró Ana.
—Somos muchos en la familia —dijo Betty— y este libro lo escribimos entre todos.
—Seguro que, a la larga —contestó Bárbara como si dudara—, todo se arreglará.
—¡Rosa, vuelve! —insistía Margarita—. Necesito decirte algo ahora mismo.
—¿Y tú qué entiendes de eso? —saltó Miguel—. Nunca te has enamorado.
—Con lo que me hubiera gustado escribir… —susurró—. Poesía. Cuentos. Una buena carta por lo menos.
—Esto no puede continuar así. La mentira ha ido demasiado lejos —se levantó, mirándose las manos temblorosas—. Tengo que sobreponerme, acabar con esta locura.
—Esto no puede continuar así. La mentira ha ido demasiado lejos. —Se levantó, mirándose las manos temblorosas—. Tengo que sobreponerme, acabar con esta locura. [bis]
—Sí, amiga, me asombra tu valentía —dijo ella con aplomo. Y tras una breve pausa, añadió—: Admiro de veras tu sangre fría.
—Ya sé en qué está pensando —dijo la curandera—: en el color rojo. Todas hacen lo mismo.
Y ojo:
No es necesario decir “dijo”, “contestó”, etc, a menos que esto entregue información adicional (aquí: “susurró”, “se levantó”, “dijo con aplomo”, “tras una breve pausa”, etc.) o ayuda a clarificar quien está hablando cuando podría existir confusión (aquí: “dijo la curandera”, “dijo Betty)”). Si se entiende quién está hablando puede dejarse el parlamento desnudo:
-Estate quieto.
También puede informarse de quien está hablando de otras maneras. Por ejemplo, terminar un párrafo diciendo: “Había sido injusta, tenía miedo de cómo pudiera reaccionar él, y tenía razón, no reaccionó bien:
–Cállate, me hartaste, no te quiero volver a ver.
Incluso si en vez de los dos puntos, usas un punto aparte, se entiende que es “él” quien le está hablando a la narradora.