Viste un traje camuflado, tiene un arma de guerra, me detiene. Un golpe de cortisol me recorre el espinazo. Voy a comprar verduras, le digo, lo que es cierto. Tengo la mascarilla bien puesta; llevo una bolsa en la mano; en mi bolsillo, el celular con el permiso. Todo en orden y sin embargo tiemblo. Hace cuarenta años atrás me detuvo uno idéntico a este y no todo estaba en orden. Trato de verlo como a un niño con un arma de juguete, le muestro el celular. En la pantalla dice Ni perdón ni olvido. En la pantalla dice Honor y gloria. En la pantalla dice Patria o muerte. Me tiemblan las manos, las rodillas. Desconcertado, el soldadito de goma me deja pasar.