El gran vidrio de Mario Bellatin

La escritura del peruano-mexicano de un solo brazo, maestro sufí, criador de perros, es considerada una de las más originales de Latinoamérica hoy, y tan extravagante como su persona. Entrar en ella puede ser desorientador porque no se parece a nada (¿O tal vez sí? ¿A qué se parece?). Ya tendremos tiempo de hablar sobre nuestras experiencias de lectura. El libro se llama El gran vidrio, y se presenta como “tres autobiografías”. ¿Curiosidad?

Les dejo entonces El gran vidrio (2007) + Un texto llamado Underwood Portátil (2004) donde habla de la escritura. Y aquí los artículos sobre (y las entrevistas a) Mario Bellatin en el diario El país de España, para que copucheen.

PD: Visto en entusiasmo, les dejo aquí también el PDF de Obra Reunida, que contiene 13 de sus 100 libros. Y Salón de belleza, su libro más accesible, dicen a veces, al menos el más comentado.

“Pensar en su literatura, es intuir algo del arte del futuro”. Francisco Garamona

Es un lenguaje frío, cortante, directo. […] Todo está puesto al servicio del montaje, de los planos, de esa impersonalidad con que arma relatos Bellatin. Para decirlo de otro modo: si fuera neobarroco podría perfectamente ocurrir que sus tramas se terminaran por caer a pedazos. Afortunadamente, siempre asiste la impresión de estar leyendo restos de una historia: bien ensamblados cortes de un relato más o menos escalofriante o enigmático que ha sido previamente macheteado.

[…]

Una poeta alcohólica llamada Alma, los asiduos a un bar sadomasoquista, un destructivo energúmeno de barro, un equipo de voleibolistas a cada uno de cuyos integrantes les ha sido arrancado un dedo, un ginecólogo asiduo a prostíbulos cuya vida no tiene ni para él ni para el lector ningún sentido, una banda de Matacabros que golpea travestis en la noche, un hombre inmóvil y balbuceante que entrena a 30 pastores belgas, un involuntariamente rabelesiano escritor japonés que extrae de su nariz puntos negros colosales y repugnantes, mellizos abandonados y luego adoptados por la mencionada poeta alcohólica, un sujeto que se excita con la ancianidad, fetos deformes, un rabino que absuelve dudas por teléfono, un escritor sin pierna: tales son algunos de los personajes que aparecen y reaparecen perturbando siempre en los libros de Bellatin.

[…]

El narrador de Bellatin es ambiguo en su perspectiva y relación con los hechos y dilata los límites entre lo raro y lo fantástico, lo sagrado y lo banal, lo extraordinario y lo común, a tal punto que son los elementos infiltrados del mundo real los que producen extrañamiento en la lectura: descoloca la sola mención de los Beatles, de latas de Coca Cola o de Marilyn Monroe, pero no la de una empresa que ofrece a sus clientes el servicio de oír voces del pasado, incluidas las de sus propias infancias.

[…]

Si bien con frecuencia da indicios para pensar que él y su vida son la materia de sus libros, una lectura atenta indica que a su propia biografía más bien la despedaza, la exagera, la deforma: finalmente la mutila. No le interesa el autor al autor. O más bien le interesa pero para borrarlo o para desintegrarlo.

Vicente Undurraga

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