Justine, de Lawrence Durrell

Justine (1957), es el primer volumen del Cuarteto de Alejandría del escritor británico Lawrence Durrell. La versión que leeremos fue editada por Edhasa y traducida por Aurora Bernárdez.

2 thoughts on “Justine, de Lawrence Durrell

  1. “Sus leves sonrisas mujeriles ponen al descubierto dientes muy blancos y cuidados. Suspiran. Un camarero de blanco, cara de ébano pulido, trae el café. Se levanta una tapa de plata y aparecen los cigarrillos blancos y gruesos como los muslos de las egipcias, cada uno con sus briznas de hachís. Una pizca de embriaguez antes de irse a la cama. Me he quedado pensando en la muchacha que conocí anoche en el espejo: negro sobre blanco de marfil y mármol, cabello oscuro y brillante, ojos profundos como suspiros, en los que nuestra mirada se hunde porque son ojos inquietos, entregados a una curiosidad sexual.”
    Este párrafo refleja algo de la narración abigarrada y sensual de Durrell en Justine; de esa ciudad donde se mezclan y entrecruzan diversas razas, religiones, tipos humanos lo que para mí resultó fascinante y misterioso. Todos esos mundos desconocidos en una ciudad donde la sexualidad está siempre latente, así como un caleidoscopio de realidades humanas: homosexualidad, prostitución, santidad, locura, pobreza en un escenario de gran belleza retratada por el escritor en sus atardeceres, el desierto imponente y los rincones de un puerto laberíntico.

  2. Palabras subrayadas:

    “Balthazar añadió con calma:
    –Gracias a Dios he tenido la suerte de que el amor no me interesara demasiado. Por lo menos los invertidos escapan a esa horrible lucha en que uno se entrega al otro. Cuando un hombre se acuesta con otro hombre, saborea una experiencia y puede conservar en libertad esa parcela del espíritu que se consagra a Platón, a la jardinería o al cálculo diferencial. En nuestros días el sexo ha abandonado el cuerpo para invadir la imaginación; si Arnauti sufrió tanto por Justine fue precisamente porque ella se precipitaba ávida sobre todo aquello que él hubiera deseado mantener aparte (…)”

    “Me pregunto quién inventó el corazón humano. Dímelo, y muéstrame el lugar donde lo enterraron.”

    “La culpa se apresura siempre hacia su complemento, el castigo, y sólo allí encuentra su satisfacción”

    “Las huellas gigantescas de la memoria histórica, yacen detrás de los recuerdos de la personalidad individual”.

    “El amor es tanto más auténtico cuando nace de la simpatía y no del deseo, porque sólo así no deja heridas.”

    “Con la institución del matrimonio se ha legitimado la desesperanza.”

    “Es extraordinario cómo la perspectiva de la muerte se cierra sobre el libre ejercicio de la inteligencia como una cortina de acero, separándola del futuro, que sólo se alimenta de esperanzas y deseos.”

    “Parecería que la muerte es una cuestión relativa. Sólo estábamos preparados para aceptar una parte de ella cuando penetramos con nuestras armas en el lago tenebroso.”

    “Los amantes nunca están bien aparejados, ¿no te parece? Siempre hay uno que proyecta su sombra sobre el otro, impidiendo su crecimiento, de manera que aquel que queda en la sombra está siempre atormentado por el deseo de escapar, de sentirse libre para crecer. ¿No te parece que éste es el único lado trágico del amor?”

    “Nos veíamos obligados a sustituir el amor por una ternura mental más sabia pero más cruel que, lejos de expurgar la soledad, la exacerbaba.”

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