Para mí, un tipo bastante ignorantón, este espacio fue una especie de epifanía. Es más, fue un refugio que me libró de la estupidez, la vulgaridad y el lugar común. Compartí con dos grupos, ambos muy heterogéneos, desde doctoras en literatura hasta gente rústica como yo, jóvenes y mayores. Y todos aprendíamos al mismo ritmo: impresionante.