Conocí a Las indetectables por allá por el 2015 o 2016. Si mal no recuerdo, por ese entonces su banda se llamaba Travestis Rabiosas. Esa noche hubo algo de especta-culo, pero lo de ellas fue pura música y poesía. Lo mismo que hacían en las micros, una mezcla de folclor y educación popular. Quedé seducida por Sofía, con su guitarra y su belleza, y por Noelia, familiar como un espejo. Me invitaron a escribir en una revista que tenían pero después me equivoqué con los pronombres y se arrepintieron. Me quedé con la vergüenza.
Me ha costado encontrar algo que muestre qué es lo que admiré de estas mujeres cuando las vi en ese bar lésbico en que andábamos. Este video del 2018 es lo más cercano que encontré. Intensas, radicales, políticas, callejeras.
No diré que me gustó lo que hicieron en Valparaíso, mentiría. Como partidaria del apruebo me pareció un desastre, inoportuno. Estúpido si no previeron la reacción e irresponsable si la previeron (y es que no estábamos para ejercicios testimoniales si del rechazo, supuestamente, nos separaban unas décimas de punto). Pero mucho menos me gustaron los discursos de “asqueroso”, “repugnante”, “antipatriótico”, “inmoral”, “terrible”, “degenerado”, “odioso”, “ofensivo”, y dale que dale con la patria, y dale con la bandera, y con los niños, y las malas costumbres. Transfobia, melindre y nacionalismo de cuarta desatados una vez detectada la existencia de unas cuyo único destino permitido es ser indetectables.
Por último, estoy convencida de que ningún niñx o adolescente se traumatizó al verlas cagar una bandera. Si los niñxs se escandalizan es porque sus padres lo hacen, no al revés. No precisamente sofisticado o novedoso, pero, al menos para un niño, divertido, una payasada, más cercano a un código de carnaval que de pornografía. Y parte de la tradición carnavalesca es tomarse los escenarios bienpensantes.
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Espero que la cancelación les sea leve, mal que mal han vivido su existencia entera canceladas.
Por supuesto que el rechazo no ganó por 25 puntos por una performance, pero sí es probable que una buena cantidad de quienes votaron por el rechazo (y por el apruebo) quieran una patria en la que personas como ellas sean perseguidas y castigadas. Me cuesta pensar que a esta gente se le pueda persuadir con argumentos, porque no creo que su desprecio se origine en la corteza cerebral sino en las tripas.
Más sobre el contexto y la red de Las indetectables en este excelente reportaje: