Cuando escojo un fotografía de un escritor, y muy especialmente de una escritora, se me presentan algunos dilemas. Poner aquella en donde sale más hermosa es una tentación. Me gustan esas fotos que muestran contexto, especialmente de trabajo, los escritorios llenos de papeles, las máquinas de escribir. Los retratos dramáticos probablemente tomados por fotógrafos profesionales son una opción fácil. Los retratos de mayor edad me gustan porque suelen omitirse como si la vida de las mujeres de hubiese detenido en sus veinte. Las fotos familiares interesan poco. Quienes estén familiarizados con el ensayo de Roland Barthes La cámara lúcida entenderán cuando digo que busco el punctum. En esta foto de Lispector veo una resonancia con el trabajo de Cindy Sherman, una pose deliverada, una luz icónica, e corte de pelo irregular, contemporáneo, el pliegue en su traje, la coquetería fina disfrazada de desprecio.