Para Josefa no hay textos malos. Siempre descubre en ellos el chispazo de una idea interesante, un valor que para los demás y para una misma podría pasar desapercibido. Respetuosa de mi manera de escribir, pero perspicaz y aguda en la crítica, Josefa me alienta a continuar creciendo en la escritura, y me inspira, porque confía en mis capacidades, pero, sobre todo, porque confía en que tengo algo que decir.