Puntuación

Los signos de puntuación deben funcionar como signos carreteros, ayudándonos a distinguir el sentido de las palabras, señalándonos los giros, los cruces en los que hay que hay detenerse, advirtiéndonos de que debemos poner atención y acusando que el camino se ha acabado.

Una frase sin signos de puntuación es como un camino sin signos carreteros: iremos tomando velocidad hasta que, sin poder ver nada, nos estrellaremos de frente contra el sentido del texto. Veamos un ejemplo.

Es un error bastante común olvidarse de los signos de puntuación e ir enlazando una frase tras de otra de manera que es al lector a quien toca adivinar los perfiles de la prosa y cortar las oraciones por los extremos para dar sentido a las palabras y detenerse a respirar cosa de que la escritura no parezca una cinta de colores interminables que hay que sacar del ovillo y cortar en pequeños trozos para entender cómo se puede interpretar.

Por el contrario, un camino atiborrado de señales nos hará lento y dificultoso avanzar.

En el extremo contrario, error también –pero más sofisticado (¡reservado para gente complicada!)–, y también habitual, consiste en poner signos, siempre, a diestro y siniestro, cada tres palabras. La prosa, como es lógico, se convierte en muy, pero muy –¡demasiado!—barroca, o, quizá, también, obstaculizada. El lector –y la lectora–, sin prisas, incluso voluntarioso/a, debe superar: ahora dos puntos, ahora una coma, ahora un punto y coma; como, exactamente, palos, pequeños, en la rueda. Tienes, inevitablemente, la sensación –desagradable, en el fondo—de no poder, pese a las ganas, avanzar, leer, tan rápido, y claro, como querrías.

Ambas cosas son un error: el exceso y la falta. El arte de la puntuación consiste en encontrar un punto intermedio, un equilibrio. Y, sin embargo, los dos párrafos son correctos en un sentido estrictamente gramatical.

Para saber puntuar no basta con saber de memoria unas reglas acerca de dónde van puntos, comas, signos de interrogación o exclamación. Aún utilizando de manera muy académica los puntos y las comas hay flexibilidad. Por este motivo, es que el uso de los signos de puntuación varía de idioma en idioma, entre las distintas culturas y a través de los tiempos.

Más aún, los estilos de puntuación pueden ser muy particulares, muy distintos entre sí entre distintas autoras contemporáneas que escriben en una misma lengua y participan de una cultura similar. Cada escritora deja su sello en la sintaxis, un sello que la hace reconocible tal como ocurre con la pincelada en la pintura.

Desde el siglo XVIII en adelante, el uso de la coma se ha dividido por la mitad y el uso del punto se ha duplicado. ¿Qué significa esto? Básicamente, que las oraciones se han ido dividiendo, haciéndose cada vez más cortas. Y los párrafos también.

En la literatura contemporánea, los signos de puntuación más comunes son los siguientes:

  • Coma 53%
  • Punto 30%
  • Punto y coma 3%
  • Dos puntos 3%
  • Guion 3%
  • Paréntesis 3%
  • Puntos suspensivos 3%
  • Signos de interrogación 3%
  • Signos de exclamación 3%

Que exista flexibilidad en el uso de signos de puntuación, que puedan utilizarse como herramientas expresivas y haya espacio para la creatividad y el estilo, no significa que estos signos puedan usarse de manera caprichosa: por el contrario, obedecen a reglas sintácticas que deben ser comprendidas.

Hoy nos detendremos solo en la coma.

LA COMA

Hay más de 30 funciones que puede cumplir una coma. Estas pueden ser dividas en dos grupos: las que van solas y las que van en pares.

LA COMA SOLA

La coma sola se utiliza para:

  1. Separar ideas y conceptos (este es el uso más común)
  2. Enumerar (peras, manzanas, membrillos y nísperos)
  3. Fórmulas: (“Estimada señora,”)
  4. Fechas: (Santiago, 16 de octubre)
  5. Reemplazar una palabra o una frase.

Coma que reemplaza a una palabra:

“En este edificio hay muchas tiendas; en este otro, también.”

Aquí la coma reemplaza la palabra edificio.

Coma que reemplaza una frase:

“¿Qué significa esto? Ojalá no, que van a expulsarla del colegio”.

En este caso, la coma reemplaza la frase “signifique esto”.

UN ERROR COMÚN

La coma entre sujeto y predicado es un error común.

Incorrecto:

“Pablito, clavó un clavito.”

Sujeto: “Pablito”

Predicado: “clavó un clavito”.

Correcto:

“Pablito clavó un clavito.”

El error aquí resulta evidente, pero en oraciones más complejas puede perderse de vista. Por ejemplo en esta:

Incorrecto:

“Un uso del punto y coma en una autora que jamás lo ha utilizado, podría ser incluso indicio de plagio.”

Sujeto: “Un uso de punto y coma en una autora que jamás lo ha utilizado”

Predicado: “podría ser incluso indicio de plagio”.

Correcto:

“Un uso del punto y coma en una autora que jamás lo ha utilizado podría ser incluso indicio de plagio.”

Como vemos en los dos ejemplos anteriores, lo correcto es no usar comas entre sujeto y predicado. Esto es cierto siempre, excepto en el caso de que sean frases intercaladas (como las que veremos a continuación) la que los separa.

LA PAREJA DE COMAS

La pareja de comas se utiliza para separar palabras y frases intercaladas. Hay que ocupar la lógica para reconocer una frase intercalada y encerrarla, así, entre comas. La manera más sencilla de reconocer estas comas es porque podrían ser reemplazadas por paréntesis. O eliminarse.

Palabra intercalada

Veamos un ejemplo de oración con una palabra intercalada. En este caso la palabra intercalada es pacientemente.

Correcto:

“La profesora logró, pacientemente, enseñarles a los niños a leer.”

“La profesora logró (pacientemente) enseñarles a los niños a leer.”

“La profesora logró pacientemente enseñarles a los niños a leer.”

Es incorrecto, en cambio, poner una sola coma, ya sea al comienzo o al final de la palabra o frase intercalada. Veamos:

Incorrecto:

“La profesora logró, pacientemente enseñarles a los niños a leer.”

“La profesora logró pacientemente, enseñarles a los niños a leer.”

Lo anterior es equivalente a poner un sólo paréntesis:

“La profesora logró (pacientemente enseñarles a los niños a leer.”

“La profesora logró pacientemente) enseñarles a los niños a leer.”

Frase intercalada

Ahora veamos esto mismo en una oración con una frase intercalada. En este caso la frase intercalada es sea cual sea su estado de salud.

Correcto:

“Es preferible, sea cual sea el estado de salud, evitar la sal.”

“Es preferible (sea cual sea su estado de salud) evitar la sal.”

“Es preferible sea cual sea su estado de salud evitar la sal.”

Incorrecto:

“Es preferible, sea cual sea el estado de salud evitar la sal.”

“Es preferible sea cual sea el estado de salud, evitar la sal.”

La pareja de comas en el diálogo

La pareja de comas también se utiliza para contener los nombres de las personas a las que nos estamos dirigiendo:

Correcto:

“Me gusta, Antonia, la torta de manzana.”

Incorrecto:

“Me gusta Antonia, la torta de manzana”.

“Me gusta, Antonia la torta de manzana”.

“Me gusta Antonia la torta de manzana”

ORACIONES COMPLEJAS

Hasta ahora hemos observado oraciones muy sencillas; es cierto que la cosa se complica en oraciones complejas donde hay varias frases intercaladas. Veamos un ejemplo:

“Una vez, hace tres o cuatro años, en la entrada del llamado Staatsbrücke, delante de la arcada del Ayuntamiento, donde todavía hoy hay una famosa tienda de paraguas y, al lado, tiene su establecimiento un joyero no menos famoso, me llamó una voz de hombre, y me volví, y quien me había llamado, vi, era un hombre de unos cincuenta años, apoyado en un martillo neumático que acababa de detenerse, con el torso desnudo y un vientre que le desbordaba por encima de sus pantalones azules de dril, sudoroso, totalmente desdentado, con sólo escasos cabellos en la cabeza pero de ojos penetrantes, de que era un borracho me di cuenta en seguida, mientras que su compañero, aproximadamente de la misma edad, a diferencia de él un tipo delgado y larguirucho, con una gorra de lona grasienta en la cabeza, seguía trabajando, por lo visto formaba con una pala un montón con los pedazos de piedra cortados y desprendidos del suelo por el gordo con su martillo neumático, los dos cavaban buscando las conducciones de gas o de agua como parte de la reconstrucción del Staatsbrücke, y yo miré a la cara al gordo, que evidentemente me había reconocido, pero no lo reconocí; me había detenido en medio de la confusión humana de la mañana, sin poder acordarme de aquel hombre, él, sin embargo, se acordaba de mí, pero yo no podía explicarme de qué conocía a aquel hombre.”

Fragmento de El sótano de Thomas Bernhard.

Si alguna tiene dudas acerca del uso de alguna de las comas en esta oración de Bernhard, me puede preguntar y yo haré mi mejor esfuerzo por responder. Mi consejo, sin embargo, es evitar las oraciones tan complejas a menos que se tenga cierta pericia en el uso de signos de puntuación. El riesgo es que se produzcan errores en la comprensión del sentido del texto por parte de las lectoras.

EN RESUMEN

  1. No abusen de los signos de puntuación (especialmente de comas, guiones, paréntesis y puntos suspensivos).
  2. No pongan comas entre el sujeto de la oración y el predicado.
  3. Las frases intercaladas van entre dos comas (imaginen esas comas como si fueran paréntesis que encerraran la frase).
  4. Encierren las alusiones a su interlocutora entre comas (Antonia).
  5. No escriban oraciones excesivamente largas (a menos que tengan la pericia para hacerlo de manera tal que el sentido no se pierda en el camino). Dos o tres frases subordinadas es un buen límite.
  6. No le tengan miedo a las frases cortas. Incluso muy cortas. Son expresivas. Atrévanse.
  7. Rompan todas estas reglas cuando les parezca oportuno.

Una pequeña entrevista, interesante para mí, sobre lo que la cultura de los mensajes de textos y audio le están haciendo a la puntuación, escrito por un alemán, pero perfectamente pertinente para nosotras.

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